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Impresa Diario “Perfil”
POLICIAS, TRABAJADORES Y
CIUDADANOS
Para
pensar la sindicalización policial
·
Por Esteban Rodríguez Alzueta |
05/07/2015 | 02:46
Uno de los debates interminables pero pendientes en
Argentina, que por eso mismo fue judicializado, es la sindicalización policial.
Los que se niegan a reconocerles ese derecho suelen aducir dos razones
contradictorias. Una, que se trata de un servicio público esencial que necesita
cadena de mando; dos, que es otra agencia corporativizada, lo cual hace suponer
que la sindicalización blindaría la autonomía policial.
Como un juego de espejos, las policías en Argentina
fueron creadas a imagen y semejanza del Ejército. De hecho, muchas de ellas
fueron fundadas por sus generales. Luego, con cada golpe militar, las policías
se transformaron en otro brazo armado de los militares y, poco a poco, fueron
incorporando prácticas que definieron al terrorismo de Estado. Vaya por caso la
liberación de zonas, la tortura, la rapiña, etc. Se entiende, entonces, que la
impronta militar defina su formación y fascine a muchos jefes. Aspirantes
entrenados con la lógica de la guerra amigo-enemigo, donde el otro, es decir,
la sociedad civil que se trata de conjurar en el futuro policía, es presentada
como el lugar del desorden, el caos y el delito. Esto es compatible con el
modelo de la seguridad pública, donde el fin que se propone para la policía
consiste en la conservación del orden público, esto es, cuidar al gobierno de
turno de la sociedad civil. Se dice que los policías necesitan destruir al ciudadano
que llevan adentro para emprender su tarea. Para reprimir hay que mantener
distancia. No hay brutalidad policial sin distancia social. Para practicar el
hostigamiento se necesita referenciar a la sociedad, o a determinados sectores
de la sociedad, como enemigos, actores extraños o ininteligibles.
Muy distinto es el lugar que la seguridad democrática
asigna a las policías: proteger a los ciudadanos en el ejercicio de sus
derechos. Desde este paradigma no se necesita un policía en la vereda de enfrente
sino otro interlocutor. Hay que dejar de pensar a la policía como la “yuta
puta” o “el brazo armado de la clase dominante”. La policía no puede disponerse
para que los estudiantes o barrabravas practiquen “tiro al blanco”. El policía
no es un extraterrestre, sino un emergente social. Los defectos que encontramos
en la policía podemos encontrarlos también en la sociedad. Por eso solemos
repetir: no hay olfato policial sin olfato social.
Donde no hay gatillo fácil, hay linchamiento. El
policía vive al lado de mi casa, compramos la verdura en la misma feria,
llevamos a nuestros hijos a la misma escuela y gritamos el mismo gol. El
policía está en la sociedad como pez en el agua. Mal que les pese a
determinados sectores de la militancia y a muchos policías.
En estos últimos años se ha incorporado a las
distintas policías una gran cantidad de jóvenes que las percibieron como una
estrategia de supervivencia superadora al trabajo precario o las cooperativas
de trabajo. No sólo tienen la oportunidad de tener un salario digno, sino
reconocimiento de estabilidad y antigüedad, vacaciones pagas, aguinaldo, una
obra social, acceso al crédito de consumo y aportes jubilatorios. Son jóvenes
que crecieron en otra Argentina, mirando cómo distintos sectores conquistaban cada
vez más derechos. Derechos que “ciudadanizan”, derechos que ponen a los actores
en otro lugar. Mientras tanto, muchos sectores de la dirigencia continúan
empecinados en negarles el estatus de trabajador. Un policía, antes de ser un
servidor, como el médico o el bombero, es un trabajador. Reconocer su estatus
de trabajador implica recordarles su ciudadanía, empezar a tejer puentes,
construir interlocutores. Este reconocimiento es el punto de partida para
pensar la sindicalización policial, reconocimiento que tiene que ser parte de
un proceso de reforma que sigue pendiente. Combatir la violencia policial
implica también desandar las distancias heredadas que nos llevan a enredarnos
en nuestros propios prejuicios.
*Docente e investigador de la UNQ.
Autor de Temor y control. La gestión de la inseguridad como forma de gobierno.
Autor de Temor y control. La gestión de la inseguridad como forma de gobierno.
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